Esperanza Aguirre, mientras Mariano volaba a países extranjeros, ha dimitido por la explosión corrupta que ha tocado a once regiones españolas, y brutalmente a Madrid, Valencia, Baleares, Alicante, Murcia, Cataluña, Andalucía, batiendo récords sin que nadie se enterara que saqueaban a medio país y un cuarto.
La mancha pringada ha tocado hasta las instituciones del Estado, a los partidos y a a algunos miembros de la familia real. El golpe, los golpes, a la Democracia ha demostrado claramente que ésta no es la democracia que deseábamos, que la justicia es parte culpable del deterioro creciente y blanco estratégico de sectores de un empresariado sin escrúpulos, que los partidos andan en las antípodas de las modernidad, como los sindicatos y que los lideres sociales se han colocado por encima de las siglas del negocio, error original desde los años ochenta, permitiéndoles abusar de sus prerogativas caudillistas en ayuntamientos, diputaciones y autonomías, entes que han administrado con abusos, alevosía, permisividad y falta de control. Nos consta a los murcianos y por ello debemos exigir, que sin dilaciones y excusas, se proceda a dignificar la imagen de una nación golpeada por las tribus políticas, socios y cómplices.
La caída de Esperanza Aguirre va a tener consecuencias graves en el gobierno del país. Y asoma la posibilidad de un desmarque de Ciudadanos si es que desea mantener su credibilidad algo aminorada. Solo un pacto nacional con un programa de Estado nos puede salvar de otras elecciones, como venimos apoyando desde hace ya tiempo, porque el hartazgo supera los límites de una paciencia infinita. Esperanza Aguirre ha caído, porque como otros dirigentes políticos, sociales, económicos y financieros funcionan en la impunidad, salidos como dioses intocables de las urnas. Pocos podemos entender o creer, que Rajoy tampoco supiera nada, lo que nos hace sospechar, que la llamada lideresa ha sido también víctima de una intriga palaciega, a la que tan aficionada es la aristocracia política.
No todo ha terminado, la batalla entre partidos se llevará con creces otras cabezas y volveremos a mala imagen de un pueblo imposible de vivir en democracia. El domingo último Francia fue escenario de unas elecciones ejemplares, y puso a cada candidato en su lugar. Estamos convencidos y esperanzados que el radicalismo no se hará sentir en el país vecino. Esta cargado de cultura y adornado de una historia basada en la igualdad, la fraternidad y la libertad. España debiera tener su gran y definitiva oportunidad en evitación de transformarse en una nación en permanente estado de conflictividad. Solo nos queda la esperanza de encontrar a los hombres y las mujeres capaces de gobernar con altura. O atajamos la locura o caeremos sin remisión en una crisis humana sin salidas ni horizontes.
Y si los los líderes de la política y la sociedad española son unos incapaces de resolver y lograr con sentido común un acuerdo en momentos de emergencia, y siguen mordiéndose entre ellos, mirando al tendido, buscando el aplauso de un pueblo asqueado y salir en los medios de prensa para sacar pecho, demostrarán que van a lo suyo y les importamos, como pueblo intimidado, un cero. Lo que es una canallada. No hacemos un discurso, proponemos ideas a unas camadas que miran a la luna. O nos desprecian olímpicamente. Y que asuman responsabilidades los que arrasan y saquean, aunque se aferren a la mentira monumental de que no sabían nada o no se enteraron, como el califa que hemos soportado durante veinte años, impávido. Que se haga justicia, ya. Basta de provocaciones impunes. VMPRESS LIBRE.