No es exagerado afirmar que el Partido Popular es la peor plaga que le ha tocado sufrir a esta deprimida Región: si estábamos en Málaga, fuimos a parar a Malagón. El tiempo que estamos viviendo bajo la bota popular, máxime si coincide con que en Madrid también gobierne el PP, es un castigo que padecemos excepto aquéllos agraciados por sus políticas discriminatorias y antisociales que castigan al 10%, o menos de la población, mientras benefician a los más poderosos.
Si los años de reinado del tándem Valcárcel-Cámara fueron malos, los que han venido después no están siendo mejores. Al breve gobierno de Pedro Antonio Sánchez que, pese a defenderse como gato panza arriba, al final fue eliminado por la corrupción, le ha seguido el del todavía principiante Fernando López Miras -¿quién le había conocido con anterioridad?-, entrando así en una época en la que, aunque las políticas sean las mismas, con la variante de que ahora tienen que pedirle permiso a Ciudadanos al no contar con mayoría absoluta, predomina el gris oscuro, al tratarse de un equipo de gobierno desconocido en el que predomina el centralismo más absoluto, teniendo algunos consejeros menos relevancia que la blanca doble.
Así, si le damos un repaso al nuevo equipo de gobierno, salvo excepción, nos encontramos con excelentes desconocidos a los que no se les conoce ni en su casa. Si le damos un repaso a los consejeros, excepto los más seguidores detallistas de la política regional, el resto nos encontramos con el hecho incontestable de que salvo el propio presidente, y por los pelos, sólo nos suenan algunos capitostes como el consejero de Hacienda y Administraciones Públicas, Andrés Carrillo; la consejera de Transparencia, Participación y Portavoz, Noelia Arroyo, conocida por ser la que da las ruedas de prensa después de los Consejos de Gobierno más que por su acción ejecutiva; la consejera de Educación, Juventud y Deportes, Adela Martínez-Cachá, más importante por su papel anterior cuando tenía las competencias de Medio Ambiente y le saltó la tragedia del Mar Menor; y el consejero de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, Francisco Jódar, más relevante por su anterior cargo en el Ayuntamiento de Lorca; el resto son unos ilustres desconocidos, dando la impresión de que cobran pero no pegan palo al agua.
La tendencia se mantiene cuando se observan los miembros de los segundos escalones, porque salvo la eterna María Pedro Reverte, y alguno más, son unos perfectos novatos de los que no se le conocen antecedentes importantes. Eso sí, en líneas generales se denota, 1) acercamiento a la UCAM, 2) formación en cargos públicos que han dependido del PP: el pesebre.
Esto es lo que hay, un equipo en el que las mujeres casi han desaparecido –dos de nueve en el Consejo de Gobierno-, que está llamado a soportar los malos tiempos que le espera a este partido pues, salvo un importante cambio de tendencia, es probable que en las próximas autonómicas pierda más de un diputado bajando de los 22 actuales, en un escenario, agravado para ellos por la nueva Ley Electoral. Siendo así, el PP ya no tendrá mayoría absoluta y, si gobierna, será con un importante apoyo de Ciudadanos que incluso puede superarlo en escaños. La otra opción, para mí la deseable, es que la izquierda: PSOE, Podemos e IU, sean capaces de sumar y formar gobierno.
Es de esperar y desear que 2019, año de elecciones municipales y autonómicas, la derecha, y fundamentalmente el PP, abandone su poder autonómico para dar paso a una nueva izquierda que sea capaz de afrontar, de verdad, los graves problemas que esta Región está padeciendo desde hace tiempo. Las recetas neoliberales, acompañadas de las fanfarrias y los tambores, están más que agotadas.